En la caza menor con perro la perdiz es la reina, pero no por eso conviene olvidar otras especies que hacen las delicias de muchos cazadores, especialmente los más veteranos que ya no tienen el vigor y las «piernas» de los jóvenes y, como no, de los perros de persecución. A tenor de los resultados de las primeras jornadas nos encontraríamos ante un año normal de conejo y muy desigual en cuanto a la liebre.
En efecto, de zonas en las que se ven las liebres más o menos de siempre, se pasaría a otras donde su presencia es casi testimonial. Está claro que el veneno para los topillos ha afectado bastante a las «rabonas» y también la tularemia, cuyos efectos son difícilmente evaluables. La enfermedad está afectando también a bastantes personas y el miedo se ha extendido hasta el punto de que hay cazadores que no disparan a las liebres lo que, a medio plazo, puede ser positivo.
En cuanto a las aves acuáticas el año puede considerarse normal, tirando a bajo. En todo caso esta apreciación puede cambiar de signo, pues la bonanza del otoño no ha empujado todavía las grandes migraciones de cercetas y patos cuchara. Los que sí han llegado ya son los cormoranes cuyos bandos se recortan en el cielo a partir de las nueve de la mañana desplazándose a sus lugares de «ceba». En la primera jornada se han abatido especialmente patos azulones. El azulón o ánade real nidifica en cualquier charca o humedal y sacas adelante grandes polladas. Además, el hecho de que no pueda cazarse en las aguas corrientes, asegura su protección.
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